“¡Ojalá hubiera venido antes!”, esta es una frase que escucho muy a menudo a lo largo de los procesos terapéuticos. Otra muy parecida es: “¿Por qué no habré venido antes?” aquí suelo responder que cada uno tiene su propio ritmo y es muy importante conocerlo y respetarlo.
Actualmente, vivimos a una velocidad frenética en la que es difícil pararse a atender lo que nos está ocurriendo por dentro. Muchas veces son las prisas; otras, las reticencias que podamos tener ante lo que es ir al psicólogo/a; otras, la dificultad para dar su lugar a las necesidades que tenemos… Sea cual sea la base de la demora para concertar la primera cita, para dar el primer paso necesitamos sentirnos preparados. Con frecuencia, esta sensación llega cuando sientes que ya no puedes más conectándote con el agotamiento y la desesperanza.
Tomamos una decisión y la llevamos a la acción cuando a nivel interno ponemos coherencia entre el sentir, el pensar y el hacer y, a veces, todo esto está desincronizado. Vamos a ver algunas señales que nos puedan ayudar a saber que estamos necesitando acudir a un psicólogo/a. Veremos señales que nos envía nuestro cuerpo teniendo en cuenta siempre que no haya patología fisiológica previa.
- Ciclo sueño-vigilia alterado: dificultades para conciliar el sueño, mantenerlo, despertares frecuentes o muy tempranos puede indicarnos que hay algo que está alterando nuestra tranquilidad. Es posible que te despiertes pensando de forma compulsiva o que no pienses nada, pero encuentres dificultad para volver a dormir. En cualquier caso, la calidad de sueño disminuye y puedes empezar a despertare cansado/a y sin energía para comenzar el día.
- Dificultad para concentrarte: en ocasiones acuden personas derivada por su neuróloga/o para comprobar que no haya alteración en las funciones cognitivas (atención, memoria…). Hay situaciones en las que ha sido necesario hacer valoración neuropsicológica y otras en las que comenzando un proceso terapéutico estas dificultades han ido disolviéndose. Es importante saber que la preocupación, la ansiedad y la tristeza tienen muchas formas de manifestarse y, en función de cada uno de nosotros, alterará un área u otra de nuestra vida.
- Alteraciones digestivas: sí, el cuerpo grita lo que la boca no puede decir en voz alta. Cada vez acuden más personas con pruebas médicas cuyos resultados están dentro de los parámetros normales, pero a nivel funcional siguen teniendo síntomas: hinchazón, dificultad en la digestión, dolor idiopático… Es posible que no nos demos cuenta, pero comer en tensión o preocupados por algo va a tener repercusiones a nivel digestivo.
- Taquicardias: me suelen comentar que las palpitaciones aparecen cuando están tranquilos o en reposo. No es casualidad que los pensamientos intrusivos tengan la misma forma de aparecer. Cuando nos relajamos y bajamos las defensas aquello que normalmente no es atendido encuentra la oportunidad para ponerse de manifiesto.
Recordemos que sentirnos seguros y queridos son necesidades básicas para el ser humano. Cuando percibimos que esto peligra, nuestro sistema de alerta se enciende y activa el modo de supervivencia. En este estado es muy difícil relajarse, dormir bien o tener buenas digestiones.
Otras señales más sutiles que nos pueden indicar un buen momento para empezar a ir a terapia son:
- Sentir nervios sin saber por qué o ansiedad la mayor parte del tiempo.
- Sentir miedo, a veces esta sensación viene acompañada de imágenes o pensamientos negativos.
- Comenzar a sentir desinterés por lo que ocurre a tu alrededor y dejar de tener ganas de salir o relacionarte.
- Te apetece quedarte en la cama la mayor parte del tiempo.
- Sentirte solo/a, sentir que nadie te comprende o que el tipo de relaciones que tienes no te satisfacen.
- Sentirte irritado/a con frecuencia.
- Sentir angustia o culpabilidad.
Aunque cada vez hay más consciencia respecto a la salud mental, todavía tenemos el hábito generalizado de normalizar el sufrimiento o malestar. Si te encuentras pensando o recibiendo el mensaje “no es para tanto”, te invito a pararte a reflexionar, porque si es importante para ti, es necesario atenderlo.
Otro de los motivos por los que suelen venir a terapia, que no ha sido frecuente hasta ahora pero comienza a aumentar, es acudir sin sintomatología clara pero con un deseo de conocerse con más profundidad. Esta es una de tantas razones válidas para empezar un viaje a tu mundo interior y conocerte un poquito mejor.
Si te has sentido identificado/a con alguna de estas señales o simplemente te apetece dedicarte un espacio para explorar aspectos de ti, en Psicología Nuria López estaremos encantadas de acompañarte.